jueves, 9 de junio de 2016

Tanto que aprender, menos mal que tengo tiempo

Acabo de ser muy consciente de todo lo que todavía me queda por aprender de mí misma, sobre lo que soy realmente y no lo que pretendo ser, sobre el amor que quiero darme a mí misma y sobre todo el que quiero dar a los demás, volver a ser consciente de mi fuerza y poder interior, es que la vida no puede ser sólo ésto, días iguales, días contaminados por todo aquello que nos hace creer que la máxima aspiración para tu propia persona se limita a la profesión que tengas, la talla que hayas conseguido tener, o las personas con las que has podido codearte...En general una vida que camufla el miedo a vivir a tu manera, a que no te acepten por lo que realmente eres, a tu soledad.


Me niego a pensar que la dirección de mi vida tiene que estar indicada por personas a las que nisiquiera pongo cara, que no saben nada de mi, no saben mis circunstancias ni aspiraciones, pero que   dan lecciones de qué cosas debemos o no hacer para tener éxito en nuestra vida, un éxito totalmente impersonal, un éxito únicamente basado en la imagen externa, en la percepción que puedan tener los demás en ésta sociedad sobre cuán exitoso puedas ser, y parece que el hecho de que los demás tengan que recordarte cada día lo exitoso que has llegado a ser, para nada lo identifico con el verdadero éxito, aquello que yo quiero para mi vida poco tiene que ver con eso...



Lo que busco para mi vida es una sensación de paz y sintonía con las cosas que me rodean, con todas las personas, con la naturaleza, con el aquí y ahora, una sensación tan placentera y sencilla que sólo puedes conseguirla a través de la serenidad de tu yo interno. Una sensación que he tenido la suerte de experimentar, de poder ver que en todo momento eres suficiente y estás totalmente completa en tu propia persona y por eso te sientes correspondida con todo lo que te rodea, no existen juicios, ni hacia tí misma ni hacia los demás, porque cada uno tiene algo que aportar siempre, cada uno tiene una belleza dentro que pocos pueden ver, una sensación de libertad, de que no pesan sobre tí presiones sociales de ningún tipo, porque cuando vives y piensas así no estás incluído en la sociedad, porque no sigues su ritmo y tampoco te interesa, porque te acabas dándo cuenta que lo único a lo que puede contribuir es que te preocupes de tu imagen externa, de agradar tanto a otras personas, de encajar tanto en un modelo de persona, que te acabes olvidándo de lo que te agrada a tí y de las cualidades que te diferencian del resto, de que no eres sólo un cuerpo que ha venido para ver la vida pasar, de que tú realmente tienes el control de todo lo que puedes hacer en tu vida, de que la presencia es muy importante para no perdernos detalle de lo que está pasándo a cada momento, de la grandeza del ahora y de las personas que te acompañan, de que lo esencial para vivir de verdad lo tienes dentro, no intentes rellenarlo con cosas de fuera, con lo que no ha salido de tí en ningún momento...